El periodista Gustavo
Silvestre hace unos días formuló una categoría para definir a ciertos delfines
del espacio que hoy se encuentra en el bloque más importante de oposición al
espacio que lidera y coordina Alberto Fernández. Mi intención no es hacer un
análisis político, ni mucho menos un análisis del lenguaje, pero en líneas
generales parece una precisa caracterización de lo que es hoy la nueva
derecha por lo menos en Latinoamérica. Silvestre
se refirió a los integrantes “palomas” de este espacio conservador.
Para ello, me voy a la
forma en cómo se utiliza en mi tierra natal esta caracterización. Los “palomas”
o la forma de manejarse “paloma”, se refiere a aquellos personajes que suelen
cometer errores permanentemente, ya sea por el arte de hacer algo, como por el
de “no hacer”. Su silencio es a veces un modo “paloma” de manejarse, como así también
cometer un error al decir algo.
Esta formulación del
ingenio popular es sumamente interesante. Estos personajes resultan graciosos
en muchos contextos y hasta se puede armar todo un abanico de anécdotas al
respecto, en varias situaciones puede provocar conflictos y problemas al grupo
en cuestión. Puede hasta hacerse una propuesta de eliminación del “paloma” del
grupo. En muchas reuniones sociales estos “paloma” no son invitados por temor a
dejar mal parado a quien lo lleva; no sirve para todas las reuniones, sobre
todo en las que hay que interactuar en situaciones de introducción a generar
nuevos espacios. El paloma es un personaje muy solicitado en ocasiones, pero en
otras es denostado. Juega con eso. Le sirve a mucha gente en muchas ocasiones.
El llamado bullying es casi un jueguito de niñas al lado de este mecanismo,
porque cuenta con la complicidad del sujeto y del objeto. En las reuniones de
varones no puede faltar, es el elemento en donde giran todas las historias, y
este a su vez se ríe de sí mismo. Es capaz de soportar todo por un mínimo y
esporádico sentido de pertenencia.
El paloma es llamado para
romper el hielo, para que haga su show y todos puedan reírse de él. Éste sabe
que es así, sin embargo hace uso de eso también para hacerse valer en ese
grupo, donde probablemente algo pueda ligar. Quizá si se busca hacer un rastreo
histórico de este tema pueda encontrarse con otros términos, un bufón o un
guasón –pero estos sí logran emanciparse-. El paloma es un personaje
psiquiátrico, curioso, llamativo; puede tomar forma y ser un cargoso, un
pesado. Algunos discursos feministas lo podrían llegar a poner en tela duda
porque puede convertirse en un acosador. No hay medicación para él, es así,
medicado hasta puede generar más conflictos con quienes interactúa. El paloma
medicado es un paloma que habla más lento, pero sigue siendo el mismo de
siempre. Pueden llegar a vivir muchos años, tener una familia, una profesión,
pero siempre como eso, como un “paloma”. A la larga en las conversaciones
surgen algunos qué dicen “mirá al paloma”, hizo aquello que yo no pude hacer;
es por su insistencia propia de un animal que sabe su objetivo.
En efecto, cuando se lo
necesita se lo llama, y este acude porque no pierde nada con ser ridiculizado,
y porque de vez en cuando puede que alguna migaja le quede a él; esto puede
tomar aspectos y formas diferentes, pero su fin teleológico es ese, va allí por
algo.
Palomas simbólicas
Las palomas, pese a ser un
animal gracioso y amistoso generando hasta un sentimiento de gracia por su
manejo y su forma de desplazarse en tierra firme, ha sido utilizado por los
seres humanos para cuestiones diversas siendo muy prácticas para ello. Esta ave
en el aire es una de las más veloces de todas sus colegas, y tiene una vista
como pocas. De antemano saben su destino, donde ponen el ojo allí se dirigen,
por ello han sido utilizadas como para enviar mensajes durante siglos.
En particular, es evidente
que existen diferentes especies de palomas, y han sido usadas en diferentes prácticas.
Los ejércitos también las han usado para el sembrado y como abono para la
tierra a su excremento. Aves mensajeras, aves migratorias; cuando andan en
grupo algo quieren decir. Han ido evolucionando, y hoy son las palomas
domésticas o las palomas urbanas. Se acumulan en los edificios, que de día son
oficinas y por las noches arman sus nidos allí. Antes, en los principios de la
humanidad pasaban muchos de sus días buscando su alimento; hoy, en las ciudades
tienen todo cerca sólo bajando hacia las calles y allí encuentran sus migajas
entre la basura y lo que la gente les entrega.
En otras palabras, se
alimentan de la basura de las calles, o lo que muy poca y específica gente les
tira que probablemente les sobre. Pese a su poco ensanchamiento de su
simbologismo está presente en el inconsciente colectivo. Lograron apoderarse
territorialmente de las principales plazas de las ciudades del mundo. Mientras
más grande es la ciudad, más acorde es para su modus operandi. Baja y recoge su
alimento y sube de noche a su nido para seguir dejando herederos. Hasta el
cantautor Andrés Calamaro le dedica una gran canción, pero no se entiende a qué
aspecto. Mientras vuela puede que su excremento caiga en algún caminante, puede
que no signifique nada pero también puede que le cague el día con ese accionar;
pero eso ya es cosa de la suerte y el azar o no.
La biblia
En la sagrada biblia la
paloma tiene un simbolismo particular. Noé la usó en su arca para encontrar
tierra firme, y el Espíritu Santo descendió de los cielos en forma de paloma.
Representa un mensaje. La paloma de la paz, sin ir más lejos, representa
precisamente ello, algo como esa ave que vuela y que no existe el
enfrentamiento y puede volar libremente porque existe un tiempo de silencio
sano.
Han ido evolucionando
durante siglos estas palomas bíblicas y se encuentran hoy en una etapa de
urbanismo y domesticación. La paloma que desciende tiene fondo de cielo azul y
es blanca como las nubes; ese color es la que le da su pureza de pertenecer a
una divinidad. Las palomas negras pueden ser vinculadas a un movimiento de la
naturaleza que presagia algo tenebroso o penoso que va a acontencer. Es más,
hasta pueden parecer cuervos.
Los dirigentes paloma
Sumo a este debate esta
forma de consideración de la dirigencia “paloma”. Tener una dirigencia con esta
caracterización puede ser muy perjudicial. Un dirigente paloma –y volviendo al
planteo inicial, es decir, en el plano ideológico de la perspectiva
conservadora y de derecha- es aquel que sabe poco pero tiene un objetivo claro
el cual persigue todos los días. No le interesa formarse como político, como
cuadro, solo le interesa el fin. Se pone a las órdenes fácilmente de alguien
superior, y cumple bien su objetivo, aprende rápido y resulta práctico. Está
ahí, permanece, espera, tiene paciencia en su total mediocridad hasta que
alguien lo llama porque lo necesita. Éste dirigente paloma acude a ese llamado
y muestra sus cartas, puede ofrecer esto y no mucho más; el que lo llama ya
sabe qué es lo que tiene en frente.
Los dirigentes palomas son
leales a quien los llama, son capaces hasta de identificarse con ellos muy
fuertemente en su identidad. Saben que pueden ser usados incluso, porque ya lo
han hecho antes o no, pero siempre está la posibilidad; de todas maneras son
leales porque ese es su negocio. Hasta el final, hasta cuando lo necesites.
Si hablas con ellos te
puedes aburrir mucho, no tienen una buena literatura, ni temas interesantes
para hablar. Pueden hasta cansar con las mismas metáforas siempre, las mismas
historias repetitivas, y hacer comparaciones algo incómodas. Pero bueno, no han
sido preparados para eso.
En conclusión, los palomas
tanto en su concepción popular, como en la referida a las ciencias naturales
tienen sus particularidades. Su simbología es particular, tensa y funciona como
una metonimia. Es usada para representar otra cosa. Su importancia está en el
mensaje que lleva, o la obra divina que dice concebir. Son perjudiciales si
llegan en un momento determinado, por ejemplo si se avecina una tormenta. Lo
único que nos queda es saber que están allí, esperan, son pacientes tanto como
nosotros; como todos aquellos movimientos que hacen referencia a ese rol, el de
esperar. La paciencia revolucionaria de esperar los vientos nuevos, los nuevos
movimientos del sol, la resistencia mediocre de esperar sólo por el arte de
esperar para ver quien llama.
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