Formación


Es hora de empezar a plantear a la Universidad como un espacio político, de aparición de las ideas y de la construcción política con algo más de seriedad. La Universidad es un legitimador del poder de las élites desde casi toda la humanidad; y enseña a buscar las formas adecuadas discursivas para discutir o ser crítico de ese poder en el mejor de los casos. Plantear una Universidad pensando en lo popular, en el Pueblo dentro de los límites de la Universidad es una idea revolucionaria. Hablar de aquellos que ingresan a la Universidad, que ingresan buscando distintos mundos y que buscan una diversidad de experiencias y ansiedades y cuáles son los límites de esta Universidad dirigida al Pueblo.
La historia reciente de nuestro mundo arroja el resultado nefasto de elecciones que a muchos nos ha dejado en calidad de estupefacción –más allá de los triunfos esporádicos la pérdida de los que quedaron en el camino es trágica y en este sentido es necesario sugerir que lo que fue un momento de desgaste político en torno a un gobierno pensando en muchos se dejó crecer una propuesta que planteaba un gobierno de pocos. Hablar de la destrucción desde un punto de vista económico es central y quizá el meollo de la cuestión, pero es necesario hablar del deterioro moral que sufre un territorio producto del aniquilamiento del proyecto del ser humano como parte de algo más grande que él y que es un cuerpo político (Aristóteles supo consignar esta cuestión en La Política, y la idea del ciudadano que formaba parte del cuerpo político de la polis como un elemento más, y a este a su vez en su familia se encuentra integrado por otras partes en las que se encuentran las mujeres, los niños y los esclavos). ¿Qué es la política? Quizá haya que ir por el camino de Platón cuando decía que “el precio de desentenderse de los asuntos de la polis o de la política, es ser gobernado por los peores hombres”, y a la inversa, uno puede entender los peores hombres y como consolidan sus bases entrando en el entendimiento de los asuntos públicos. La pregunta sería cómo y de qué manera que no sea vertiginosa lograr que a los jóvenes le interesan los asuntos de la polis y que esto logre penetrar en una idea de entendimiento e importancia para ellos.
Hay una complejidad que sobrevuela los distintos obstáculos de aquellos que ingresan en la Universidad. Se hace notar la pluralidad de contextos. De más está decir que no es lo mismo plantear algo a un joven que viene una localidad o un pueblo del interior profundo, que un joven que terminó sus estudios en la ciudad capital o quizá alguno proveniente de otra provincia –más allá de la lucha de clases inmanente que existe entre los mismos de un interior profundo que también las hay, es menester señalar que esta situación es complementaria también con una sintonía lógica con la formación y comparación con un cuadro de interpretaciones propia de ello en materia intelectual-. Existe una gran cantidad de “cosmovisiones” en cada uno de ellos, y el error principal está en tomarlos como personas “maniobrables”, como hacen muchas otras organizaciones. Existen muchas prácticas -y están muy sólidas- que sostienen que la única manera de sumar gente a las agrupaciones es a través del marketing político. Esto sin lugar a dudas tiene un impacto visual importante para alguien que ingresa a la Universidad, pero no es un factor determinante.
El sector más importante de los que ingresan en la Universidad se encuentran atravesados por una lógica anti-política, consecuencia de una educación secundaria mediocre y gorila, de metodología netamente individualista. En buena medida, todos vienen con pretensiones de ascenso social, de buscar una estabilidad económica y ponen su sacrificio en ello. De todas maneras, muchos de estos jóvenes buscan también contención, distracciones y la necesidad de conocer nuevas personas. Es ahí donde hay que generar un vínculo de tipo político.
También es necesario analizar el punto de vista de la Universidad como un derecho. Según Eduardo Rinesi (politólogo y filósofo), “sólo cuando la escuela secundaria puede ser pensada como una obligación, la Universidad puede ser pensada como un derecho”. Y la escuela secundaria en su educación en la actualidad si bien es obligatoria, su sistema está tan oxidado que lo que menos le interesa es la formación intelectual de sus estudiantes. Se les sigue tratando con ovejas, llevados a donde las conducciones de esos cuerpos consideran y no se conduce según la demanda de los mismos sino sobre el interés particular de ese sistema educativo en general. Promesa de ascenso social para aquellos que llegan con mucho esfuerzo, imposibilidad de ascenso para aquellos que no pueden llegar y condena para que realice otra actividad socialmente destinada para ello. Indignan los puntos de vista de Aristóteles en torno a las tareas que deben realizar los hombres según como su naturaleza lo dispone; es decir que para algunos la tarea de ser artesanos y obreros está escrita por la naturaleza, como así también la de ser gobernantes y filósofos; sin embargo este criterio lo sigue aplicando hoy el sistema educativo de antemano, y no es visto como un canal para el desarrollo de una persona, sino como la búsqueda de un objetivo lo más próximo posible para encontrarse ante un escenario de mantenimiento de un orden determinado que entiende que esa persona debe entrar en ese sistema y quedarse allí que hasta el lugar donde puede ascender en esa jerarquía. Para esto se han puesto en funcionamiento una serie de mecanismos con una sofisticación determinante, y también un aparato ideológico fuertísimo generado en torno al control de las emociones y la idea de la superación de sí mismo como una escala intermedia entre el espíritu y la voluntad como fuente de todas las implicancias del ser humano como realización.

Algo que explique la inmadurez del pasado se puede encontrar en muchísimos aspectos. Aristóteles decía que la juventud y la política son incompatibles, esto tiene que ver ciertos grados de conocimiento que le da a un ser la experiencia cotidiana y el resultado de ello a lo largo de su vida. Por ende, el conocimiento de la política se adquiere principalmente por medio de la empiria, y en ese sentido el símbolo de la sabiduría son los ancianos, ya que en el mejor de los casos estamos hablando de un anciano con experiencia aunque le falte conocimiento científico, posee al menos la techne propia de la adquisición de un trabajo a lo largo de su vida que a su oficio le permitió construir para sí y para beneficio de la polis. Esto se ve claramente en los espacios de construcción juvenil que tienen una voluntad de poder entre sí. Hay un sinnúmero de aspectos pocas veces abarcado en torno a la militancia política y su consecuencia; generalmente dependiendo de las características autoritarias o democráticas de los gobiernos estos acentúan la necesidad de construcción ciudadana, motivando estos puntos y lo contrario es desestimarlo teniendo en cuenta la falta de criterio de la misma idea; sin embargo encontrar una vía media entre ambos es una necesidad imperiosa mientras se encuentra una solución a ello que es la educación y el estudio de los aspectos más básicos de la ciencia y la historia que son los que finalmente permiten una base lo suficientemente sólida como para formar a un ciudadano en su capacidad e independencia crítica.  Rara vez esto es funcional a un gobierno, tanto de una tendencia como de la contraria ya que necesitan ese ciudadano que conduzca como tal su razonamiento hacia ese lugar; tal es así que los mismos necesitan de ello como de la misma forma necesitan la información de lo que sucede en el seno mismo del aparato burocrático. De todas maneras, esto no debería ser un esquema ni un fin del gobierno de turno, sino de aquellos que están fuera y que a pesar de tener un espacio de construcción de ciudadanía no son capaces de resolver esta tensión y permanecen en un estado de inmadurez durante toda su vida; lo que ya Kant señalaba en torno a ese pedido de valor –sapere aude- que tanto lo inquietaba y que tenía que ver con la imposibilidad que la razón de ciertos hombres impedía que construyan un pensamiento propio y crítico. Esto tiene que ver no sólo con la capacidad de conocer, sino con la capacidad de enfrentar ciertos aspectos.
La oposición de esos movimientos que tienden a percibirse como los democráticos y progresistas tienen en el otro lado de su cuerda a un grupo extremadamente conservador que todo lo que tiene fue obtenido gracias a la construcción de una hegemonía en base a puntos estrictos con anclaje en la transparencia de un mundo que necesariamente debe ser tratado de defender tal y como está y su cambio o transformación implica la necesidad de revisar un esquema social que podría ser destructivo de las relaciones establecidas hasta ese momento. Esto implica el enfrentamiento al estilo alargado en el tiempo en torno a una batalla silenciosa que tiene que ver con la capacidad de cada uno de los contendientes sobreviviendo o viviendo con una y otra realidad; ellas son algo diferentes en cada ámbito teniendo en cuenta que precisamente a dichos gobiernos les conviene -lo que marcábamos en un comienzo-, algo parecido a un fanático o a alguien con perfil bajo que no genere un conflicto de tipo cultural, que dañe las relaciones como han sido establecidas como tal; a los gobernantes les conviene un tipo de perfil del ser humano que no sirva de permanente insatisfacción de sí y para los demás; y si tiene la necesidad de construir ese malestar deberá hacerlo con una decisión que le afirme a este esa estrategia para servir a un esquema o campo o no; sería más bien parecido a una apuesta que a otra cosa. Sin embargo, que esto se haga desde un lugar como ese forma parte de un azar que sería como encontrar una moneda en el fondo del océano y basar ese entramado en la conquista o victoria de un movimiento político sería un proyecto desde el punto de vista estratégico bastante utópico.

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